Los cuentos que están a punto de leer nacen del diálogo entre dos vertientes del terror que, aunque distintas en apariencia, comparten un mismo origen: el miedo a lo desconocido. Por un lado, el terror folclórico, ese que nuestros ancestros tallaron en tradiciones orales para explicar lo inexplicable, para dar nombre a los monstruos que acechaban más allá del círculo de luz de sus hogueras. Por otro, el terror cósmico, que nos recuerda nuestra insignificancia frente a un universo indiferente y habitado por entidades cuya mera contemplación desafía la cordura humana.
En estas páginas convergen los fantasmas del pasado con los horrores del infinito. Encontrarán criaturas que danzan entre leyendas rurales y entidades que se deslizan entre dimensiones. Brujas que conocen secretos telúricos y astrónomos que descifran señales de estrellas muertas. Bosques donde los árboles esconden ojos y cielos nocturnos donde las constelaciones forman patrones que no deberían existir.
Cada relato es un portal entre lo terrenal y lo incomprensible, entre lo heredado y lo incognoscible. Les invito a cruzar ese umbral con la certeza de que, al otro lado, ya no serán los mismos. Porque el verdadero terror no está en el sobresalto momentáneo, sino en esa semilla de duda que permanece, en esa grieta en nuestra percepción de la realidad que, una vez abierta, jamás vuelve a cerrarse por completo.
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