DE MI VENTANA DEL TIEMPO...

Nada es más dulce que concederse a uno mismo el lujo de desacelerar: reclinarse en una mecedora, apoyarse en el umbral de una ventana, recostarse sobre la hierba verde o simplemente permitir que la mente viaje. Viajar en el tiempo —yendo cada vez más al encuentro de aquello que quedó atrás, pero que, de algún modo, aún vive con fuerza en nuestros corazones.

¿Y eso está permitido? Sí. Está permitido y es posible hacer que el pasado regrese. Revivir buenos momentos, volver a los lugares donde fuimos felices, donde la infancia nos regaló descubrimientos, donde la adolescencia nos inquietó con sueños, amores, amistades, nostalgias e incluso timideces que hoy nos hacen sonreír.

Para revivir esos instantes mágicos, basta cerrar los ojos e iniciar un viaje hacia lo que dejamos atrás. Ese viaje existe dentro de cada uno de nosotros. Podemos iniciarlo cuando queramos, sin permiso de nadie… solo de nuestra propia voluntad.

Es un viaje íntimo y depende únicamente de nosotros.

En esa intimidad, podemos ir a cualquier lugar, sentir nuevamente el sabor de los buenos momentos y llevar con nosotros todo aquello que de mejor hemos vivido y aún compartimos con quienes amamos: nuestra historia, nuestro mundo, los caminos por donde pasamos. Y es por esos caminos que ahora sigo, y que, en este libro, comparto contigo mi viaje —para que también encuentres tus recuerdos, tus personas amadas, tus momentos inolvidables.

Viajar en el tiempo es posible, y quizá sea más real de lo que imaginamos.